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El Tacto

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Uno de los sentidos más importantes del cuerpo humano es el tacto. Es el encargado de percibir la temperatura, presión y dolor del cuerpo de cada ser humano. En la piel se encuentran diferentes clases de receptores nerviosos que se encargan de transformar los diferentes tipos de estímulos del exterior en información susceptible para ser interpretada por el cerebro.

Además de ello, permite que la persona se relacione con su entorno de manera precisa y genera señales que obedecen las órdenes que da el cerebro, lo que crea un ciclo de retroalimentación que facilita la comunicación entre impulsos y respuestas.

 

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Función del sentido del tacto​​

Es el encargado de la percepción de los estímulos que incluyen  contacto, presión, temperatura, dolor, entre otros. Su órgano sensorial es la piel.

 

Características del sistema del tacto

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El sentido del tacto cuenta con las siguientes características:

 

- Opera en base a la confluencia del sistema nervioso y de la piel, nuestro órgano más extenso.

 

- El tacto no se encuentra confinado a un órgano principal, como ocurre con la vista o la audición. Por el contrario, se extiende a lo largo y ancho de nuestra piel y nuestros tejidos internos.

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La Piel 

La piel es el órgano que recubre todo nuestro cuerpo de manera externa. Entre sus funciones se encuentran la protección frente a agentes externos como microbios, mantener la temperatura de nuestro organismo, y la percepción de estímulos táctiles y su transformación en impulsos que puedan ser interpretados por el cerebro.

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La piel está formada por tres capas: epidermis, dermis y subcutis. La epidermis es la más externa, y tiene un grosor de aproximadamente dos décimas de milímetro. Está compuesta por una gran cantidad de capas de tejido epitelial plano; y en ella se produce la melanina, que es la sustancia que le da color a nuestra piel.

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En segundo lugar tenemos la dermis. Se trata de una capa más elástica que la primera, debido a las fibras colágenas que incorpora; y en ella podemos encontrar gran cantidad de vasos sanguíneos y componentes del sistema linfático. En esta capa podemos encontrar todas las glándulas cutáneas (olorosas, sudoríparas y sebáceas).

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Tipos de receptores en la piel​

Como ya hemos visto, en la capa de la piel conocida como dermis podemos encontrar distintos receptores que nos permiten recibir información táctil y convertirla en señales eléctricas que pueden ser interpretadas por nuestro cerebro. A continuación estudiaremos los tipos más importantes que existen.

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Terminaciones nerviosas libres​

Los receptores táctiles más sencillos sin simples terminaciones nerviosas que acaban en la dermis y que nos ayudan a percibir sensaciones como el tacto, la temperatura, el picor y el dolor. Se trata de neuronas cuyas dendritas acaban en la capa intermedia de la piel, además de en el tejido conjuntivo debajo de la dermis.

Las terminaciones nerviosas libres son los receptores táctiles más abundantes de todo el cuerpo, y los que nos ayudan a percibir la mayor parte de sensaciones relacionadas con este sentido.

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Corpúsculos de Pacini​

Estos receptores se encuentran también en la dermis y en el tejido conjuntivo situado debajo de la piel. Sin embargo, al mismo tiempo podemos encontrarlos en algunas estructuras internas, como en vísceras o en los huesos. Se trata de receptores de forma ovalada y de gran tamaño.

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Los corpúsculos de Pacini están formados por una sola célula nerviosa, que está recubierta por una cápsula. Su función principal es permitirnos percibir estímulos relacionados con el tacto y la presión.

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Corpúsculos de Meissner​

Los corpúsculos de Meissner son receptores muy sensibles a las distintas sensaciones relacionadas con el tacto. Se encuentran en concentraciones muy altas en las zonas más perceptivas de nuestro cuerpo, como la punta de la lengua o las yemas de los dedos.

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Estos receptores están formados por una cápsula en cuyo interior se encuentran varias células superpuestas unas encimas de otras.

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Corpúsculos de Ruffini​

Los corpúsculos de Ruffini están situados tanto en la dermis como en el tejido conjuntivo que tenemos debajo de la piel. Están formados por neuronas con muchas ramificaciones, recubiertas por una cápsula. Hoy en día, no se sabe exactamente cuál es su función.

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Antiguamente, se creía que los corpúsculos de Ruffini simplemente servían para detectar la temperatura. Sin embargo, recientes descubrimientos apuntan a que estos receptores también podrían jugar un papel en la detección de estímulos táctiles.

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Corpúsculos de Krause​

Estos receptores de la piel, situados en la dermis, tienen la función principal de permitirnos detectar el frío. Tienen una forma similar a los de Ruffini, estando formados por una terminación nerviosa con muchas ramificaciones, que a su vez está recubierta por una cápsula en forma de maza.

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Corpúsculos de Golgi​

El último tipo de receptor sensorial sirve para detectar información sobre el estado de contracción y tensión de los músculos. Se encuentran, por lo tanto, en el tejido que envuelve tanto a las fibras musculares como a los tendones.​

Al igual que los corpúsculos de Pacini, los de Golgi están formados por una sola célula recubierta por una cápsula.

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Receptores en otras partes del cuerpo​

Algunos de los receptores del sentido del tacto no están situados solamente en la piel, sino que pueden ser encontrados en otras zonas del cuerpo. Así, órganos como los músculos o las vísceras poseen ciertas terminaciones nerviosas destinadas a proporcionarnos información sobre el estado interno de nuestro organismo.

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Nociceptores​

Algunos investigadores consideran que la detección del dolor también forma parte de las funciones del sentido del tacto. Debido a ello, a los receptores que ya hemos visto habría que sumarle un último tipo: los nociceptores.

Estos receptores táctiles están situados por toda la dermis, además de en algunos órganos internos. Su principal función es percibir estímulos dañinos, y traducirlos en impulsos nerviosos que son transmitidos al cerebro. Una vez allí, este los interpreta como dolor.

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¿Cómo funciona el sentido del tacto?

El funcionamiento del sentido del tacto es muy similar al de los otros cuatro sentidos principales. Los receptores táctiles (mecanorreceptores, termorreceptores y nociceptores) detectan estímulos relacionados con factores como presión, aspereza, temperatura o dolor. Estos estímulos pueden provenir tanto de fuera del cuerpo como de dentro del organismo.

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Una vez que un receptor ha detectado un estímulo para el que es sensible, le envía una señal al cerebro mediante las neuronas aferentes. Estas conectan los órganos sensoriales con el sistema nervioso central a través de la médula espinal.

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Las señales recogidas por los órganos de los sentidos son interpretadas entonces por las zonas del cerebro correspondientes. El procesamiento de los estímulos táctiles ocupa un gran porcentaje de la superficie cerebral, debido a que la información recogida por este sentido es fundamental para la supervivencia.

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Por último, el cerebro envía mediante las neuronas eferentes una respuesta a los órganos efectores correspondientes, en función del tipo de estímulo que se haya recibido y de lo que implique para el organismo.​

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Funciones​

El sentido del tacto cumple una serie de funciones fundamentales para nuestra supervivencia. Por un lado, nos permite saber dónde están los límites de nuestro cuerpo, al percibir sensaciones como presión, calor o dolor al entrar en contacto con objetos externos a nuestro organismo.

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Por otra parte, el sentido del tacto también nos permite saber si existe algún tipo de problema dentro de nuestro cuerpo, especialmente en nuestros órganos internos, músculos o huesos. Esta es la razón de que tengamos ciertos receptores del dolor en nuestras vísceras y en otros tejidos internos.

El tacto también nos ayuda a percibir peligros externos, como por ejemplo objetos que puedan dañarnos de alguna manera. Gracias a este sentido, podemos reaccionar frente a amenazas y evitar sufrir consecuencias muy negativas.

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